Gudríd Thorbjarnardóttir, la gran viajera En las dos sagas de Vinland, la expedición más numerosa y destacada es la de Thorfinn Karlsefni y su mujer, Gudríd Thorbjarnardóttir. Thorfinn era un hombre imponente, pero Gudríd es uno de los personajes más extraordinarios de toda la Edad Media. Nacida a finales del siglo X en Snaefellsnes, al oeste de Islandia, emigró de adolescente a Groenlandia con su familia, siguiendo a Erik el Rojo. Tras sobrevivir al duro viaje y a un naufragio, fueron admitidos en el hogar de Erik. En una de las sagas, Gudríd está casada, pero su esposo muere el primer invierno en Groenlandia. Por entonces, el mundo vivía un momento de transición religiosa y Gudríd estaba envuelta en ella. Aunque era una cristiana devota, de niña había aprendido las canciones especiales necesarias para invocar espíritus en los rituales paganos y, pese a sus reticencias, se vio obligada a ayudar a hechiceras visitantes con sus encantamientos. En Groenlandia, Gudríd se volvió a casar, esta vez con Thorstein, hermano pequeño del célebre Leif Eriksson y menos afortunado que éste. La joven pareja intentó viajar a Vinland, pero su barco no superó el oeste de Groenlandia y Thorstein murió de enfermedad durante un terrible invierno en tierra.

Del Ártico al Mediterráneo

Al regresar a casa de Erik, en Brattahlid, Gudríd conoció y se casó con Thorfinn Karlsefni, con quien se embarcó en el más exitoso de los viajes a América. Ya en Vinland, dio a luz a un hijo que llamaron Snorri, el primer europeo conocido nacido en el hemisferio occidental. Snorri tenía tres años cuando zarparon de regreso a Groenlandia, aunque finalmente se instalaron en Islandia. Thorfinn falleció al cabo de unos años, y Gudríd, cuando su hijo ya era adulto, decidió abrazar su fe profundamente y peregrinar a Roma. Debió de ser un viaje alucinante. Tras haber saboreado las uvas silvestres de Vinland, ahora pudo probar los vinos mediterráneos al cálido sol de Italia. Y si en su juventud había hablado con gentes de los pueblos indígenas de Canadá, al otro lado del Atlántico, es muy probable que Gudríd, como mujer madura de cierto estatus –y proveniente además de un lugar exótico–, pudiera conocer al papa. Volvió a Islandia y pasó el resto de sus días como monja en una iglesia construida por su hijo. Su descendencia incluyó tres arzobispos y hoy es una heroína nacional. Al morir, con unos cuarenta años, Gudríd Thorbjarnardóttir, la viajera de Vinland, era literalmente la mujer más viajada del mundo.

Freydís Eíriksdóttir, ¿psicópata o heroína?

Uno de los parientes más apasionantes de Erik el Rojo, tal como la retratan las sagas, fue Freydís, hermana pequeña de Leif Eriksson. Mujer claramente capaz e independiente, tiene un papel destacado en la historia de los viajes a Vinland. Todo nuestro conocimiento sobre ella proviene de las sagas, aunque los dos relatos esbozan retratos notablemente distintos. En la Saga de los groenlandeses, Freydís es hermana completa de Leif y desea labrarse un nombre en su ilustre familia. Lidera el cuarto viaje a Vinland junto con dos hermanos, Helgi y Finnbogi, aunque desde el inicio tiene fricciones con ellos sobre dónde alojarse o cómo obtener recursos. Su marido viaja con ella y Freydís lo convence de que mate a los hermanos y a los hombres que tripulaban el barco de éstos, mientras ella acaba con sus mujeres a hachazos. Aunque conmina a sus compañeros a guardar silencio (amenaza con matar a quien hable de lo ocurrido), Leif descubre la terrible verdad tras el regreso de Freydís, pero es incapaz de reaccionar, aunque predice acertadamente un deshonroso futuro para su hermana asesina y sus descendientes.

En la Saga de Erik el Rojo, Freydís es medio hermana de Leif y sólo acompaña a Thorfinn y Gudríd en el viaje que éstos comandan a Vinland. La historia apenas la menciona, excepto cuando demuestra su entereza durante un ataque de los indígenas. Muchos hombres son presa del pánico y corren hacia los barcos, con lo que el campamento queda indefenso. Freydís, en avanzado estado de gestación, se niega a huir y empuña la espada de un compatriota caído. Cuando los atacantes se acercan, les grita desafiante y se golpea el pecho desnudo con el filo, una visión tan sorprendente que los indígenas renuncian al ataque: el valor de Frey-dís salva el asentamiento.

Iguales a los hombres

No podemos saber cuál de las dos imágenes de Freydís que nos han legado las sagas es la más fiel; probablemente, ninguna. La valiente guerrera de la saga de Erik no es incompatible con la asesina despiadada del relato de los groenlandeses, si presuponemos cierto blanqueo de la reputación de la familia en un texto que pretende darle todo el protagonismo. Seguramente, lo más significativo de los dos relatos sea el destacado papel que desempeña una mujer en ellos. Y Freydís no es un caso aislado. Ya sean biografías de personas reales (aunque remotas) o textos más próximos a la ficción, resulta elocuente que las sagas muestren a las nórdicas como líderes con capacidad de decisión.

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